Ban
Ki-moon: homosexualizar el mundo
El 10 de diciembre, conmemorando el
Día de los Derechos Humanos, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon,
volvió a pedir “que se ponga fin a la violencia y la discriminación por motivos de identidad
de género y orientación sexual”, y añadió: “Permítanme decir esto alto y claro: las personas lesbianas, gays,
bisexuales y personas transgénero tienen derecho a los mismos derechos que
todos los demás. Ellos también nacen libres e iguales. Yo estoy hombro con
hombro con ellos en su lucha por los derechos humanos. Estoy orgulloso que como
Secretario General, tengo una plataforma global para poner de relieve la
necesidad de acabar con la violencia y la discriminación por motivos de
orientación sexual e identidad de género”.
El evento fue organizado conjuntamente
por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos (OHCHR), y las Misiones Permanentes ante las Naciones Unidas de Argentina, Brasil, Croacia, la Unión Europea, Francia, Israel, Japón, Holanda, Nueva Zelanda, Noruega y Estados Unidos, y las organizaciones Human Rights Watch y la International
Gay and Lesbian Human Rights Commission.
Participaron en el evento, entre
otros, la ministro francés para los
Derechos de la Mujer, Najat Vallaud-Belkacem; por teleconferencia desde Sud
África, el arzobispo anglicano emérito Desmond Tutu; Blas Radi, militante transexual argentino; Shevchenko Olena, lesbiana ucraniana y Gift Trapense, homosexual de Malawi. Las “estrellas” invitadas
fueron Ricky Martin y la sudafricana
Yvonne Chaka Chaka, embajadora de
Buena Voluntad de UNICEF, que compartieron el escenario con el Secretario
General. Para Ban, Martin es “un
maravilloso modelo a seguir para jóvenes LGBT y para todas las personas”.
Una vez más, Ban reinterpretó la Declaración Universal de Derechos
Humanos de 1948, para defender los “derechos” de las personas LGTB,
es decir, exigir derechos especiales para la orientación sexual,
que es lo que realmente se está buscando.
Argentina: a la cabeza
de la perversión
“Aplaudo a Argentina por la
introducción de una de las legislaciones más progresistas del mundo en parejas
del mismo sexo y el reconocimiento de género”, dijo Ban Ki-moon haciendo referencia
a la ley de “matrimonio homosexual” de 2010, y a “ley de identidad de género”
sancionada en mayo de 2012, por la que cualquier persona puede “cambiar el sexo
asignado al nacer” por la “identidad
de género autopercibida”.
¿Qué
se pretende realmente?
¿Evitar la violencia o
imponer la “tiranía gay”? Reiteramos lo
dicho en NG 1110, como
consecuencia de la llamada “discriminación
por orientación sexual e identidad de género” y de la “homofobia y transfobia”, califican de homofóbica y discriminatoria toda opinión en desacuerdo con el estilo de vida
homosexual. Atentan contra la libertad religiosa,
por ejemplo, oponiéndose a la predicación de la doctrina cristiana. En base a esos conceptos se arremete contra la libertad de los padres a educar a sus
hijos y se desconoce la libertad de las instituciones de enseñanza, por sólo dar unos pocos botones de muestra.
Ahora se le suma la aplicación de la legislación internacional sobre
derechos humanos a todo lo que se les antoje como trato violento o
discriminatorio. ¿Serán pasibles de ser juzgados por la Corte Penal
Internacional los padres de familia que se opongan a que sus hijos sean
educados en la “normalidad” de la homosexualidad o las autoridades religiosas
que prediquen la intrínseca maldad moral de la sodomía? Es muy distinto
terminar con la injusta violencia a, por ejemplo, exigir libertad de acción,
incluida la perversión de menores, o reclamar el “cupo gay” dentro del cuerpo de profesores de colegios y
universidades. El lobby gay parece
decir: “quien no apoya nuestro estilo de
vida y todas nuestras pretensiones, está a favor de que se nos condene a muerte”.
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