jueves, marzo 28, 2013

COHEN Y EL HOMOSEXUALISMO


La verdad sin amor es ciega. El amor sin verdad lastima. Son las palabras de Richard Cohen, ese norteamericano que se ha convertido en un bastión clave contra la plaga del homosexualismo (he dicho del homosexualismo, también podría haber dicho de la homosexualidad, pero no de los homosexuales).
La editorial Libros Libres acaba de publicar su libro Abriendo las puertas del armario, la obra de un personaje que sabe de lo que habla porque él mismo fue un esclavo de la pena homosexual. Cohen ha sufrido la homosexualidad y ahora, salido de prisión, lucha porque otros puedan huir de esta Isla del Diablo que se nos propone como paraíso.
Y es que el amigo Richard fue homosexual y sabe que lo gay tiene poco de gay. Lo gay no es alegre, es un infierno del que huir, aunque a veces la huida sea difícil y el mayor enemigo de la libertad sea el propio homosexual aherrojado.
Las tesis de Cohen están muy claras. La primera: nadie nace gay, degenera hasta hacerse gay. Los seres humanos nacen heterosexuales sin que nadie les permita elegir.  Nacen heterosexuales porque son personas, y la raza humana es una raza sexuada. Cristo no nos pidió permiso para crearnos, ni nos pidió permisos para crearnos según naturaleza sexuada, procreativa y reproductora.
Otrosí: no existen órganos homosexuales (por eso utilizan el recto de forma asaz antinatural): existen los órganos genitales masculinos y femeninos.
¿Qué colección de obviedades, verdad? Pues ese es el problema. Que, a pesar de ser obvias, continúan siendo pertinentes. Como la obviedad  si todos fuéramos gays la raza humana desaparecería de la faz de la tierra.
Cohen considera que, con toda esa fuerza de la naturaleza a su favor, el fatalismo homosexual está de más. En plata: que de la prisión gay se puede salir.

No hay comentarios: