Un experto afirma que deberían detenerse “con urgencia” las vacunaciones masivas; Sanidad considera que “la vacuna es segura”
Los casos de las dos jóvenes de Valencia que supuestamente reaccionaron con convulsiones, pérdida de conocimiento y fiebres altas a la vacuna contra el virus del papiloma han generado un cierta controversia por el hecho de que no se hayan podido investigar a fondo los posibles riesgos a medio y largo plazo que puede suponer la vacunación masiva.
Las jóvenes se encuentran en tratamiento en el hospital donde ingresaron el pasado 4 de febrero con un cuadro de convulsiones supuestamente vinculadas a la vacuna que le administraron en el colegio.
El actual curso se ha empezado a aplicar la vacuna contra el virus del papiloma en todas las comunidades autónomas y los casos de Valencia han provocado que se plantee el cuestionar la seguridad del tratamiento. Como medida preventiva se ha paralizado la distribución del lote.
Por otro lado, Sanidad ha creado un comité de expertos que evalúa la relación entre las reacciones y las vacunas. Alfonso Delgado, presidente de la Asociación de Pediatría; José Manuel Bajo Arenas, presidente de la Sociedad de Ginecología y Obstetricia, y Julio Zarco, presidente de la Sociedad de Médicos de Atención Primaria, hicieron público un documento por el cual afirmaron que los ensayos clínicos “demostraron que la vacuna es segura”, aunque reconocieron no saber qué ocurrió en los casos de Valencia.
Un experto propone la suspensión de las vacunaciones masivas
Máximo Sandín, del departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid, ha publicado un artículo en el que manifiesta la urgencia de que se detengan las vacunaciones Gardasil, elaborada por los laboratorios Merck. El experto explica que las vacunas antivíricas “se basan en la inoculación de algún componente del virus que se pretende ‘combatir’” para provocar una “reacción inmunitaria con la que el organismo haría [...] que se produjesen anticuerpos”.
Sandín constata que está “abundantemente probado la aparición de problemas tras las vacunaciones”. “Vivimos inmersos en un mar de bacterias y virus cuyas funciones absolutamente imprescindibles para la vida estamos comenzando a conocer”, afirma y añade: “No se puede predecir la gravedad de sus efectos [el de las vacunaciones] ni el tiempo que tardarán en manifestarse”.
“Por el momento”, afirma Sandín, “ya se han notificado más de mil casos de efectos secundarios, algunos muy graves, y muertes asociadas a la vacunación”. “La concepción del paipolavirus como un patógeno ‘que produce cáncer’ ha impedido conocer cual es su verdadera función en los genomas. Lo razonable sería interrumpir inmediatamente las campañas de vacunación masiva”.
¿Negocio o salud?
Finalmente el experto de la Universidad Autónoma de Madrid advierte que desde un punto de vista epidemiológico “sabemos, por la baja incidencia del papiloma y por las verdaderas causas de su activación, que las vacunaciones son injustificadas. También sabemos que son un gran negocio. Lo que no sabemos es quién responderá por ello si el daño se produce”.
Cabe preguntarse si prima más el interés económico que el puramente sanitario teniendo en cuenta que el bajo porcentaje de casos que en infecciones por virus del papiloma humano puedan acabar en cáncer de cuello de útero en relación a la necesaria valoración y estudio de las reacciones adversas al medicamento en las niñas.
La presidenta de la asociación El Defensor del Paciente, Carmen Flores, afirma en una carta dirigida al ministro de Sanidad, Bernat Soria, que esta noticia ha causado “vergüenza ajena” porque uno de los padres de las niñas ha afirmado sentirse “muy solos” y “abandonados” por la falta de información. Flores se cuestiona en la carta por qué “no obliga al laboratorio a asumir responsabilidad”. “Si estos son efectos adversos que sí podían pasar, ¿por qué no están en el prospecto?”, se interroga.
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