Maria da Graça Bicalho, de la Universidad de Paraná (Brasil), ha presentado en el Congreso Europeo de Genética un trabajo que muestra cómo las personas cuya herencia genética se parece menos tienen más probabilidades de sentirse atraídas entre sí que aquellas más parecidas desde el punto de vista genético. Este tipo de estrategia mejora las probabilidades de tener una descendencia sana.
La inclinación de las féminas por los hombres cuyo complejo mayor de histocompatibilidad (un grupo de genes también conocidos por sus siglas en inglés, MHC) guarda menos parecido con el propio se ha observado en diversas especies de vertebrados, humanos incluidos, y se ha mostrado que el MHC influye en la selección de pareja a través de la emisión y detección de determinados olores. El equipo de investigación brasileño ha estado trabajando en este campo desde 1998, y se ha dedicado a analizar el fenómeno en su población, intentando determinar la relevancia biológica de la diversidad de MHC.
Menos riesgo de endogamia
Para ello, registraron los datos de 90 parejas casadas y los compararon con los de 152 “dúos virtuales” establecidos al azar, que sirvieron como grupo de control. Se hizo un recuento del número de diferencias en MHC entre aquellos que eran pareja de verdad y las virtuales establecidas para la comparación. “Si los genes MHC no tuvieran influencia en la elección de compañero, cabría esperar resultados similares en los resultados de ambos grupos”, explicaba Bicalho en el encuentro científico. “No obstante, observamos que las parejas reales tenían un número significativamente mayor de divergencias en sus genes MHC”.
Esta inclinación innata reduce el riesgo de endogamia (procreación entre parientes) e incrementa las probabilidades de que la prole sea también más diversa desde el punto de vista genético. La variabilidad genética está documentada como una ventaja para la siguiente generación y, de hecho, existe la teoría de que se trata de una estrategia evolutiva orientada a evitar el incesto en humanos y a mejorar el rendimiento del sistema inmunológico.
El MHC es una región genética situada en el cromosoma 6 que portan la mayor parte de los vertebrados. Desempeña una importante función en el sistema inmunológico y en el éxito reproductivo. “Aunque resulte tentador pensar que los humanos eligen pareja en función de sus afinidades, nuestra investigación plantea claramente que son las diferencias las que explican el éxito en la reproducción y en el impulso inconsciente de buscar una prole saludable a la hora de elegir compañero”, explica Bicalho.
El equipo cree que sus hallazgos contribuirán a la comprensión de las alteraciones de la concepción y la fertilidad. Hay trabajos previos que plantean que las parejas cuyos genes MHC se parecen tienen hijos de edades más espaciadas, lo que sugiere que han experimentado interrupciones del embarazo que han podido pasar inadvertidas. “Nuestro propósito es profundizar en las influencias sociales y culturales de este fenómeno (además de las biológicas) y relacionarlas con la diversidad genética”.
“La hipótesis de partida es que los aspectos culturales tienen mucho que ver en la elección de compañero, y respaldamos la teoría de que si una persona es portadora de una determinada variante genética ésta explicará su forma de actuar. Lo que sí pensamos es que no debería pasarse por alto el aspecto evolutivo e inconsciente de la elección de pareja. Esta investigación demuestra que es un fenómeno importante para la salud reproductiva, ya que contribuye a garantizar una descendencia fuerte en el sentido inmunológico”, concluye la investigadora.
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