Un sexo no es mejor que el otro, pero son distintos. Hombres y mujeres tienen diferencias anatómicas, celulares y funcionales que se traducen en distintos comportamientos, diferentes modos de resolver los problemas y almacenar los recuerdos y predisponerse cada uno a su manera ante las enfermedades mentales. Hay estudios que revelan que mientras ellos son más esquizofrénicos ellas sufren más depresiones y que las mujeres son mucho más sensibles que ellos. Desde que nacen, ellos se preparan para luchar y ellas para criar.
Durante mucho tiempo los científicos han tratado de entender cómo difieren los cerebros del hombre y de la mujer. Hay áreas, como la corteza límbica, que controla la respuesta emocional, y se ha demostrado que es mucho más grande en el cerebro de las mujeres. Las diferencias están en diversas áreas cerebrales en hombres y mujeres. “Las hembras tienen mayor la corteza frontal, encargado de las tareas cognitivas, y varias zonas de la corteza límbica, donde participan las emociones”, reconoce Carlos Tejero-Juste, vocal de comunicación de la Sociedad Española de Neurología. Ellos tienen mayor la corteza parietal, “que interviene en la percepción del espacio”, y la amígdala, “que interviene en las emociones y responde al estrés”.
Ante una situación de estrés juega su papel el hipocampo, una estructura esencial para el almacenamiento de recuerdos y la representación del espacio. Una estructura mayor en las mujeres que podría explicar por qué ellas se orientan recordando hitos y ellos haciendo cálculos sobre distancias. “Aquí sí se cumple el mito: ellas pueden recordar frases concretas y ellos recitar perfectamente el lugar por donde han pasado”.
Las hormonas del embarazo, el parto y la lactancia bombardean intensamente el cerebro femenino para que se adapte a sus nuevos quehaceres. La influencia no parece limitarse a cambios en el comportamiento, sino que llega hasta la capacidad cognitiva. Hay experimentos que demuestran que las ratas madres son más listas comparadas con las que no lo son, al menos al desempeñar tareas que tienen relación directa con la supervivencia de las crías, como la búsqueda de alimento en laberintos o la detección de presas. Las ratas madres también se vuelven más audaces, para obtener mayor cantidad de alimento y para defender a las crías. “Estos efectos aún no se han comprobado sistemáticamente en mujeres, pero hay indicios de que algunas capacidades cognitivas que facilitan el cuidado de las crías, como la capacidad de atender varias tareas al mismo tiempo, se desarrollan más en las madres que en las que no lo son”, reconoce Tejero-Juste.
La enseñanza mixta se implantó en las escuelas públicas para acabar con los estereotipos sexistas. Sin embargo, ahora se comprueba que niños y niñas no aprenden igual simplemente porque presentan diferencias tan básicas como la constitución y el desarrollo de su cerebro. Guía para una educación diferenciada es un libro de María Calvo en el que cuenta que la educación de los alumnos a partir de las diferencias existentes entre los sexos. En él, la doctora en Derecho Administrativo responde por qué no aprenden igual ni al mismo ritmo y por qué ellos sufren más fracaso escolar. “Los contenidos deberían ser los mismos para ambos sexos, pero los métodos docentes y las estrategias utilizadas deben ser diferentes si aspiramos a la excelencia en lo personal y en lo académico”. Por eso, aboga por comprender mejor a “nuestros niños y jóvenes” para optimizar sus potencialidades y “respetar su identidad masculina o femenina”. Tal vez por eso se explique por qué desde bebés las niñas optan por las muñecas y los niños, en mayor proporción, por los camiones.
El Confidencial 27/12/2009
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