El Diario de Hoy
El virus del VIH espera pero no perdona, de acuerdo con un estudio al que hace referencia el New York Times que fue publicado hace pocos días. La idea y esperanza es que un cóctel de medicamentos hace del VIH una enfermedad crónica con la que puede convivir un paciente el resto de su vida; lo que ahora están encontrando médicos en Estados Unidos es que esos pacientes "crónicos" comienzan a sufrir toda clase de enfermedades y males, que a muchos de ellos y, en muchísimos casos, causan prematuramente dolencias asociadas con la vejez.
En uno de los casos que cita el periódico, un hombre de 59 años que padece de Sida desde hace dos décadas, está en un sanatorio padeciendo de obstrucción pulmonar crónica, falla de los riñones, diabetes, úlcera sangrante, depresión, cáncer del recto y los efectos de una fractura de cadera. El pobre hombre padece más males y está mucho más frágil, que su padre que es veinticinco años mayor.
Otro problema que afrontan los crónicos es la osteoporosis, usual entre mujeres pos menopáusicas pero raro en hombres menores de setenta años. Y con la osteoporosis vienen fracturas; se cuenta de pacientes tan frágiles que a duras penas bajan escaleras. Una mujer de cincuenta y ocho años que fue contagiada por su primer esposo y que a la vez contagió al segundo, sufre de diabetes descontrolada, de funciones hepáticas alocadas y tiene la columna rota a causa de la osteoporosis. Muchos de los pacientes crónicos están sufriendo de lipodistrofia, mal que se manifiesta en la cabeza y los miembros en extrema flacidez, mientras el abdomen se abulta a dimensión exagerada. La lipodistrofia agudiza la diabetes y eleva la concentración del colesterol, lo que es particularmente peligroso para personas de la raza negra, vulnerables a ambas condiciones.
Costos ahora y más costos después
En esta edición publicamos un resumen de la nota del New York Times que en conclusión dice que los medicamentos —entre ellos el cóctel famoso— son un poderoso veneno para controlar el virus pero que en el proceso se llevan de encuentro muchos órganos del cuerpo o a todo el organismo, debilitando al paciente y volviéndolo vulnerable a un macabro cóctel de dolencias. La nota deben leerla los médicos, pacientes y las familias afectadas, para saber lo que puede venir y prepararse con tiempo, aunque por más que se haga cuando pegan las desgracias la vida del enfermo y la de los suyos se transtorna.
La otra conclusión es que el público debe ser educado para cuidarse y evitar contagiarse de Sida. Por desgracia las campañas de gobierno pecan por timoratas, por cortas y por no señalar cuál es hasta el momento la mejor defensa frente al Sida: el uso de preservativos y su distribución, con carteleras alusivas en burdeles y chupaderos. Los que vayan por ciertas celebres calles y barriadas del pecado que sepan a lo que se exponen y sepan también cómo reducir las probabilidades de contagio. A los que andan por tales lugares no va a convencerles lo de "ser fiel a la pareja", sino hasta que es demasiado tarde y cuando con probabilidad ya infectaron al cónyuge.
Por último: el Sida no sólo representa el costo directo de administrar cócteles, sino también el de tratar a los pacientes más adelante de los terribles efectos colaterales.
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