Jokin de Irala
Profesor de Epidemiología, Universidad de Navarra
Me gustó leer el artículo de la sección “cara a cara” sobre si los
preservativos son, o no, la respuesta a la prevención de infecciones de
transmisión sexual entre Markus Steiner y Willard Cates optando por el “sí” y
Stephen Genius, por el ”no”1. Me gustó porque era una buena discusión
científica e “ideológicamente libre”. Tengo algunos puntos que añadir al
respecto. Hemos de ser cautelosos cuando nos fiamos de estudios de
laboratorio, tal como hacen Steiner y Cates al afirmar que los preservativos son
barreras eficaces contra “el paso” de incluso el menor de los patógenos de
transmisión sexual. Esto consiste en la valoración de la “eficacia” y obviamente
debe ser estudiada en primer lugar, pero no es el criterio último para evaluar
los preservativos. En la práctica, los problemas con preservativos no se deben
al “paso” de patógenos. Más bien tienen que ver con aspectos como su ruptura
o deslizamiento, por ejemplo, cuando el excitado e inexperto varón joven pierde
inesperadamente su erección. Además, los preservativos no cubren todas las
superficies que pueden ser infectantes. Un estudio de Winer en 2003 demostró
que algunas mujeres se infectaron por el VIH sin haber tenido una relación con
penetración2.
El segundo aspecto que querría mencionar es la información errónea a
la que se puede inducir cuando se afirma que los preservativos “reducen el
riesgo” de una infección. Es desde luego importante reducir el riesgo, pero uno
ha de entender la magnitud de esta reducción del riesgo, y la magnitud del
riesgo que permanece tras la reducción, a la hora de tomar decisiones
inteligentes. El estudio de Winer en 2006 mostraba de hecho que los
preservativos eran efectivos para reducir los riesgos, porque el riesgo de
infección bajaba de un 89% a un 38% cuando se comparaban a los que
utilizaban preservativos en menos del 5% de sus relaciones sexuales con los
que lo hacían consistentemente3. Pero lo que estos datos también muestran es
que los preservativos no son tan eficaces como quisiéramos para “evitar” una
infección porque, a pesar de su uso consistente durante un año, el 37% aún se
infectó, lo cual es un problema de salud pública muy serio. ¿Es sensato
informar a una niña adolescente que no debe preocuparse porque los
preservativos “son buenos a la hora de reducir el riesgo de VPH, cuando una
aún tiene un riesgo del 37% de infectarse, a pesar del uso consistente del
preservativo? Yo no lo creo y situaciones similares pueden observarse con
otras infecciones que no tienen tratamiento satisfactorio. Darles estos datos a
la juventud no es “denigrar los preservativos”, es simplemente darles datos.
Ocultar estos datos sería, por el contrario, discriminatorio contra la gran
población de jóvenes que no tienen relaciones sexuales y que podrían
beneficiarse con mensajes claros que les ayuden a mantenerse en su opción
de evitar el riesgo.
Y aquellos jóvenes que deciden tener relaciones sexuales también han
de conocer esta verdad porque, después de todo, es su salud la que está en
juego. La abstinencia puede ser más o menos difícil, dependiendo de lo que la
sociedad quiera promocionar, pero la juventud tiene el derecho y la
responsabilidad de afrontar y responder a sus propias dificultades en la vida y a
tomar sus propias decisiones tras una información veraz. Muchos cambios de
comportamiento cruciales pueden ser difíciles. Millones de jóvenes en todo el
mundo han tomado la decisión difícil de abstenerse.
En tercer lugar, la información sobre los preservativos no socava los
programas de abstinencia cuando la intervención está verdaderamente
“centrada en la abstinencia”4. Sin embargo, cuando los preservativos y la
abstinencia se presentan, a la juventud sin experiencia sexual, como opciones
igualmente válidas, la compensación del riesgo es una consecuencia
obviamente posible5. Sí, deberíamos sentirnos aliviados si un programa no
provoca un aumento en decisiones arriesgadas. Sin embargo, un buen
programa debería ir más allá y conseguir una disminución de decisiones
arriesgadas. Tanto la postura favorable como la desfavorable al condón
parecían estar de acuerdo en que los mensajes han de estar dirigidos a
poblaciones diana concretas. Esto es lo que básicamente se defendía en el
consenso publicado en The Lancet, que hacía una llamada a promocionar el
retraso del inicio de las relaciones sexuales y la monogamia mutua entre la
juventud y los adultos sexualmente activos, respectivamente, y el uso del
preservativo a aquellos que libremente escogieran no aceptar la evitación del
riesgo6.
Pero una editorial reciente en The Lancet sobre este mismo tema me ha
decepcionado mucho7. Estoy sorprendido de ver a una revista científica, como
The Lancet, tomando posiciones tan poco científicas y partidistas. No es la
primera vez que esta revista médica utiliza sus editoriales para promover una
cierta agenda “anti-Papa”. En su editorial ”El Papa y la ciencia”, se afirma que
el Papa Benedicto XVI fue obligado a cancelar su discurso en la Universidad de
la Sapienza de Roma, por “su pasada defensa del juicio de la Iglesia en 1663
contra Galileo y por hereje”. La editorial sigue con “estimaciones” del número
de Católicos que están contra las enseñanzas de la Iglesia y utiliza términos
como Católicos “conservadores” o “progresistas” para acabar dando la
impresión de que el Papa está solo con su enseñanza sobre el aborto o el uso
del preservativo. El Papa nunca ha defendido el juicio contra Galileo, The
Lancet simplemente lo ha citado mal porque, por desgracia, no parece que han
leído el discurso original donde el Papa se refería a esta cuestión. La
cancelación de la Sapienza se debió a una protesta “democrática” de 67 de los
4,500 profesores de dicha universidad. Doscientas mil personas se dieron cita
en la Plaza de San Pedro, el domingo después de dicho suceso, para
demostrar su apoyo al Papa. La Iglesia tiene su punto de vista sobre el uso del
preservativo y tiene una enseñanza específica sobre la sexualidad humana que
uno es libre de aceptar o no. Las publicaciones científicas no tienen nada que
decir sobre esta elección personal. Pero estudios han demostrado que los
únicos países que han conseguido verdaderamente invertir la curva de la
epidemia del VIH son aquellos en los que se ha implementado seriamente A y
B, en vez de confiar únicamente en la protección del preservativo8. Además, la
Iglesia ha estado promoviendo A y B durante siglos y en vez de concentrar los
esfuerzos en intentar que cambie sus enseñanzas sobre sexualidad y el uso
del preservativo, podríamos aprender y beneficiarnos mejor de la experiencia
de la Iglesia al fomentar el retraso del inicio de las relaciones sexuales y la
monogamia mutua entre la juventud.
Referencias
1 Steiner MJ, Cates W. “yes” and Genius S “no”. Are condoms the answer to rising rates of non-HIV sexually transmitted
infections? BMJ 2008;336:184-185.
2 Winer RL, Lee SK, Hughes JP, Adam DE, Kiviat NB, Koutsky LA. Genital human papillomavirus infection: incidence and risk
factors in a cohort of female university students. Am J Epidemiol 2003; 157: 218-26.
3 Winer RL, Hughes JP, Feng Q, O'Reilly S, Kiviat NB, Holmes KK, et al. Condom use and the risk of genital human
papillomavirus infection in young women. N Engl J Med 2006; 354: 2645-54.
4 Cabezon C, Vigil P, Rojas I, Leiva ME, Riquelme R, Aranda W, Garcia C. Adolescent pregnancy prevention: An abstinencecentered
randomized controlled intervention in a Chilean public high school. J Adolesc Health. 2005;36:64
5 de Irala J, Alonso A. Changes in sexual behaviours to prevent HIV: the need for comprehensive information. Lancet 2006;
368:1749-1750
6 Haleprin D, Steiner M, Cassel M, Green E, Hearts N, Kirby D, et al. The time has come for common ground on preventing
sexual transmission of HIV. Lancet 2004; 364: 1913-1915.
7 Editorial. The Pope and science. The Lancet 2008;371:276
8 Hearst N, Chen S. Condom promotion for AIDS prevention in the developing world: is it working? Stud Fam Plann 2004; 35:
39-47.
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