martes, marzo 04, 2008

MI HIJA TIENE NOVIO

En la adolescencia parece como si el reloj biológico despertara el primer amor. Es como si los adolescentes estuvieran enamorados del amor. Al principio idealizan y fantasean sobre quién les atrae sin ir más allá, porque en el fondo existe un cierto temor al contacto directo. Esta práctica imaginativa constituye un entrenamiento previo a la vivencia. Lo mismo sucede con las fantasías sexuales que le ocasionan mucha atracción pero también numerosas angustias.

Los primeros pasos hacia el encuentro amoroso

Ellas desean ser admiradas y ellos ser héroes todo poderosos y galantes. Los adolescentes viven amores platónicos con profesores, artistas, ídolos de la canción y del cine. Tienden a idealizar a quien despierta sus deseos y generalmente resuelven estas fantasías con la masturbación, aunque no termina por satisfacerlos porque prefieren vivirlas realmente.

Cuando los adolescentes llegan a esta etapa de su vida lo hacen llenos de ideas diferentes sobre la pareja, que han ido incorporando de su alrededor durante la infancia, con las cuales a veces pueden no estar de acuerdo y que deberán resolver y elegir según sus sentimientos e identidad.

Los primeros contactos se inician cuando chicas y chicos salen en grupo. Establecen relaciones superficiales y de coqueteo. Quieren impresionarse mutuamente. En esta época los contactos se reducen a miradas, paseos, caricias, besos, abrazos, etc. Puede que haya un sentimiento, pero fundamentalmente hay exploración del otro, experimentación, aproximación, y cuenta más la atracción que el sentimiento.

Enamorándose

Una vez vividas las experiencias anteriores se entabla una relación más selectiva con alguien concreto, cubierta de irracionalidad y emotividad. El grupo deja de ser el centro y la pareja se convierte en el foco de atención. Todo se proyecta hacia él o ella. Nada importa sino es compartido con el otro, lo demás pasa a segundo plano.

Lo que antes se veía horrible en otras personas ahora resulta magnífico en su compañero/a, no se ven los aspectos negativos y se ignora cualquier tipo de defecto.

Los efectos más comunes del enamoramiento adolescente son la falta de apetito, o un hambre voraz, felicidad, sueños, ansiedad, palpitaciones, enrojecimientos, palidez, etc. El pensamiento sigue fijo en la persona amada tanto si está como si no, y se viven cataratas de las emociones antes citadas. Están despistados pero motivados y con mucha energía para hacer otras cosas.

Tradicionalmente eran los chicos los que daban el primer paso y manifestaban a las chicas sus sentimientos de atracción y gusto. Pero las cosas han cambiado bastante y las chicas también suelen hacerlo sin que a ellos les disguste en absoluto.

Estas emociones se dan durante un período de tiempo limitado, luego se convierten en amor o se petrifican dando lugar a la ruptura. La adversidad surge con el alejamiento del otro, que pocas veces es simultáneo en ambas personas. Así que la depresión, la sensación de vacío y la tristeza invaden a quien no ha sido correspondido o se ha visto rechazado. Se vive el disgusto y un estado de desazón. El desamor necesita un período de cicatrización. Hay chicos y chicas que tardan bastante en iniciar otra relación mientras que otros necesitan un tiempo muy corto para superarlo, lo que puede indicar que el vínculo anterior no era tan importante o que están tapando el dolor que le provoca el vacío que dejó la otra persona.

En el caso de los que asumen el dolor evidencian más seguridad, pueden aceptar las carencias y paulatinamente ir curándose de las heridas. Otros, más inseguros, entran en el mecanismo de la tapadera, es decir lo ocultan sin hacerse cargo de las propias carencias. Esto también es reflejo de una constante demanda social a estar siempre bien, producto de los falsos modelos de alegría y de éxito que transmiten conceptos confusos acerca de lo que está bien o mal socialmente aceptado. Por otra parte, los padres, en su afán de querer ver a los hijos siempre felices, pierden de vista que es imposible vivir los 365 días del año alegremente, que es normal que haya días mejores que otros, y que es así como el adolescente va entrando en concordancia con la realidad.

Tampoco es posible disociar los aspectos culturales e históricos que intervienen en estos primeros contactos. Recuerdo en un debate televisivo entre adolescentes, padres y profesores, a una adolescente diciéndole a un chico.

“Tú eres muy guapo y seguro que ya habrás estado con un montón de chicas”. El chico se sonrojó y dijo entre orgullo y cierta vergüenza que si, a lo que ella respondió enfurecida:”Me alegro por ti, pero ¿qué pensarías de mí si yo hiciera lo mismo?” Él se quedó en silencio y confundido mientras el público del programa estalló en rumores y aplausos.

Esta chica estaba mostrando cómo el hombre y la mujer reciben diferentes valores de aceptación según sean sus comportamientos amorosos. Los chicos separan más sus sentimientos de su sexualidad mientras que las chicas no lo hacen tanto. Actualmente es posible un diálogo abierto entre ellos, cosa que hasta hace unas décadas era impensable. Conversar acerca de lo que les pasa a mujeres y hombres puede ayudarles a distinguir e identificar lo que les puede estar ocurriendo con respecto a las actitudes de un sexo y el otro. Y esto lleva a que puedan aproximarse de una manera más respetuosa llegando a construir significados en común en el diálogo interpersonal y evitando el etiquetaje que tanto un sexo como el otro pueden tener del propio sexo y del contrario.

Durante esta etapa las relaciones son, por lo general, cambiantes ya que los adolescentes también se están buscando a sí mismos. Las subidas y bajadas de ánimo son frecuentes e importantes: una tristeza (bajada) puede ser un período rico de fertilización para ellos mismos en el cual piensan en lo que les pasa y les permite recuperar la dirección hacia aquello que quieren realmente y salir fortalecidos.

El noviazgo

El enamoramiento es como una especie de revolución que se vive con gran euforia. Pero al noviazgo se llega después de haber superado y reordenado muchas de las emociones que se viven durante el enamoramiento. Con el noviazgo de los adolescentes ocurre que, después de varios cambios, descubren que se sienten bien con la otra persona, que tienen cosas en común, que desean conocerse más, que se echan de menos si se distancian y que su atracción sexual crece mientras ansían compartir la ternura también físicamente.

De la misma manera perciben que la comunicación es distinta entre ellos y que ésta les brinda mayor seguridad afectiva. Materializan su sentido de armonía con ellos mismos así como el deseo de madurar juntos tomando decisiones conjuntas. El sentimiento de entrega al otro ligada a la fidelidad está fuertemente asociada a la sinceridad mutua, base fundamental para la construcción del noviazgo: “Dos no salen si uno no quiere”.

Durante esta etapa dan poca importancia o relevancia a los intereses materiales. Este aspecto revela la autenticidad de sus vínculos más allá de las imposiciones externas de tipo religioso, social o moral. También se ha observado que la mayoría de los adolescentes entre 17 y 18 años concretan un tipo de vínculo de estas características.

En cuanto al aspecto sexual, éste evoluciona hacia una relación plena partiendo de juegos, caricias, besos y abrazos, hasta llegar al deseo de un mayor conocimiento mutuo y de satisfacción sexual entre ambos. Este proceso generalmente no es rápido y depende del grado de intimidad de cada vínculo. También se ve condicionado a la permisividad del entorno, dependiendo de las formaciones religiosas, la cultura a la que pertenecen, la situación histórica, el tipo de educación y la actitud de los padres.

El amor es un sentimiento que se expresa de muchas maneras, tantas como parejas hay en el mundo, es una emoción poderosa que se construye entre dos personas como resultado del intercambio de los deseos, emociones y creencias de ambos. En la adolescencia se comienza a construir el significado que tendrá el amor para cada persona. Los adolescentes percibirán el amor hacia alguien por primera vez y lo vivirán de forma única y verdadera en la intimidad de su relación. Y eso es maravilloso.
Cecilia Montero. Formadora de docentes en Educación Intercultural y Bilingüe
Con la autorización de: www.solohijos.com

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