jueves, julio 22, 2010

ETICA NUEVA LEY ABORTO EN ESPAÑA

He dicho en diferentes ocasiones,
que el respeto a la vida humana,
en su inicio, su curso y su final es
resultado de una larga historia
de crecimiento moral. Perder ese
respeto será la mayor desgracia que le puede ocurrir
a la medicina, como ciencia y como escuela de
humanidad, de humanización.
Reflexionando sobre las limitaciones a la objeción
de conciencia que se contienen en la futura ley del
aborto, uno se ve forzado a hacer dos predicciones
alarmantes. Una es la amenaza, trágica, en que se
verá la dignidad profesional de los obstetras. La otra
es el endurecimiento del corazón de la profesión
médica en su conjunto.
La dignidad profesional de los obstetras, en
concreto el compromiso de correr riesgos por salvar
vidas, que ha hecho grande a la especialidad, al igual
que el empeño por buscar nuevas soluciones a los
problemas de la medicina obstétrica, que la ha hecho
todavía más grande, está amenazada. Estamos ante
una ley sesgada, de tal modo inclinada en favor de
la práctica del aborto, que está diciendo a voces a los
médicos que la única salida “segura” que se les ofrece
es hacer abortos. El aborto, cualquier aborto, aún el
no clínicamente indicado, es jurídicamente seguro,
goza de una omnímoda protección de la ley.
En consecuencia, y en pocos años, el aborto se
convertirá en la intervención paradigmática de
la medicina defensiva. Los obstetras que tantas
veces se enfrentan a situaciones complejas, se
verán “liberados” de dudas y perplejidades gracias
al fácil recurso del aborto, promocionado por la
ley. Las estadísticas testimoniarán un crecimiento
espectacular de los abortos “terapéuticos” realizados
por especialistas que no quieren quemarse los dedos
buscando soluciones profesionales a los embarazos
de alto riesgo.
El empobrecimiento profesional de la Obstetricia
no es difícil de calcular. Se verán en dificultades los
médicos que practican la Obstetricia como el arte y
la ciencia de atender a los dos pacientes, a la madre
y al feto, cuyas vidas, igualmente valiosas, han de
ser servidas con competencia y profesionalidad, con
ciencia bien evaluada y con prudencia genuina. Ya
no podrán ser libres, con libertad responsable, de
emitir un juicio profesional fundado en razones.
Bajo el imperio de esta nueva ley, ¿cómo será el
ethos profesional de las cátedras universitarias, los
hospitales clínicos, y las asociaciones profesionales?
¿Qué se dirá de los objetores al aborto en las sesiones
clínicas, en las comisiones de ética, en los congresos
nacionales? Y, ¿qué se enseñará a los alumnos de
medicina y de enfermería?.
He estado estudiando recientemente la ética
médica de los primeros siglos de nuestra era.
Eso me ha llevado a leer cosas que ignoraba. Una
de ellas, el prólogo que Escribonio Largo puso
a sus Composiciones, un formulario de lo que
llamamos fitoterapia. Escribonio trata de los rasgos
de la “professio”, no como vocación, sino como
declaración pública de los deberes, los “officia”, que
el médico asume en su trabajo. Dice que deberían
ser despreciados por los hombres y por los dioses los
médicos cuyo corazón no está lleno de compasión
(misericordia), de humanidad (humanitas) y de
voluntad de no dañar a nadie y de atender a todos
por igual (voluntas). Cita entonces a Hipócrates,
para señalar que al prohibir, en su Juramento,
la práctica del aborto, “había recorrido un largo
camino en dirección de preparar los corazones de
sus estudiantes para la humanitas.”
¿Podrá no endurecerse el corazón de los
estudiantes que crezcan en un ambiente en el que
el aborto es protegido por la ley y la objeción de
conciencia es perseguida y humillada, en nombre
de la libertad altanera de otros? Es una situación
dilémica, de la que saldrán muchos cínicos y unos
pocos que mantendrán sin mancha el nombre de la
medicina”. Y el aborto, el legal incluido, es muerte
y daño para el feto y para la conciencia del médico.
Gonzalo Herranz
Profesor honorario de la Facultad de
Medicina y ex director del Departamento
de Bioética de la Universidad de Navarra

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