viernes, julio 23, 2010

HOMOSEXUALIDAD Y PSICOLOGIA

Los homosexuales ya pueden ir al psicólogo
Por Juanjo Romero
El Wall Street Journal cuenta en la edición del 6 de agosto de 2009 que la Asociación de Psicología Americana revisará sus directrices para permitir que los terapeutas ayuden a los homosexuales a rechazar o controlar sus impulsos: una nueva terapia basada en la fe y la identidad sexual. La historia tiene su miga, y nos tenemos que remontar varias décadas.
Una parte fundamental de los logros del lobby gay pivota sobre dos grandes hitos:
1. El desprestigiado y acientífico Informe Kinsey, que la maquinaria del imperio de John D. Rockefeller se encargó de propalar. Un informe que produce sonrojo a cualquier especialista, pero que todavía se blande: «un 10% de la población es homosexual» ¿Quién no ha oído semejante estupidez en alguna ocasión?
2. La exclusión de la homosexualidad de los trastornos psicológicos contemplados en el DSM-III (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), en una operación que habría firmado un homosexual confeso como Ernst Röhm, comandando las SA nazis. Contra el criterio de la mayoría de la Asociación de Psiquiatría Americana (APA), el lobby gay consiguió la eliminación.
El objetivo era múltiple. Una vez rendida la prestigiosa APA, el efecto dominó era imparable: dos años después caía la numerosa Asociación de Psicología Americana, y después la Asociación Nacional de Enseñanza. Se revisaron manuales, se cambiaban términos, el Transtorno Inmunológico por Conductas Homosexuales pasó a llamarse SIDA. Cualquier profesional que no se plegase a los dictados del totalitarismo homosexual era laminado. Cualquier homosexual que disintiese no era más que un reprimido, marcado con Estrellas Amarillas. No hay que remontarse demasiado, recordemos al Dr. Aquilino Polaino.
El movimiento homosexualista consiguió que el único tratamiento políticamente correcto, fuese la aceptación de la condición homosexual, cuando no su promoción, no se permitía ninguna otra terapia, aunque tuviese efecto. Los casos exitosos se ridiculizaban y/o se ocultaban.
Por ese motivo, el cambio de actitud de la Asociación de Psicología supone una vuelta a la cordura y a los criterios científicos y médicos. Parece un pequeño paso, pero es muy grande, de hecho, tengo mis dudas de que el homosexualismo permita que prosperen las nuevas directrices, muy lights, tal como se cuentan en el reportaje (traducción mía):
"Pero si aún así el cliente considera que la afirmación de su inclinación sexual puede ser pecaminosa o destructora de la fe, los psicólogos pueden ayudar a construir una identidad que rechace el poder de esas atracciones, dice la APA. Esto podría requerir vivir en celibato, aprender a cambiar los impulsos sexuales o proponerse una vida de lucha como una oportunidad de crecer más en la cercanía de Dios.
«No estamos tratando de animar a la gente a convertirse en ex-gay», dijo Judith Glassgold, que presidió el grupo de trabajo de la APA sobre el tema, «pero tenemos que reconocer que, para algunas personas, la identidad religiosa es una parte importante de sus vidas que puede trascender a todo lo demás»"
Ya sé que tiene muchas imprecisiones, como mezclar inclinación con acto sexual, ser homosexual –persona homosexual, persona con atracción sexual por el mismo sexo– con práctica sexual, como si fuesen lo mismo. O entender que el único impedimento para ser un sodomita es tener convicciones religiosas. Pero como no me esperaba semejante paso hacia el sentido común y a la práctica de la medicina, pues lo reseño. Y más cuando la APA pretende difundir este nuevo enfoque a través de vídeos en You Tube, charlas en colegios e iglesias y presentaciones a terapeutas cristianos; espero, en mi ingenuidad espero, que la dictadura gay se lo permita.
Los puntos destacables son:
1. Por primera vez, desde el negacionismo de 1973 se permite tratar de alguna manera la homosexualidad a profesionales de la medicina, con tratamientos que no sean exclusivamente la aceptación o la promoción. Esto ya en sí, es bueno, y supone un reconocimiento a la labor de muchos terapeutas y quizá nuevas vías. Quizá hasta se deje de perseguir a fantásticos profesionales por el mero hecho de ejercer la medicina o la psicología y ayudar a los demás. Es posible que les retiren las «estrellas amarillas».
2. Se reconoce un fenómeno — las creencias— como parte constitutiva y fundamental de la persona que no pueden violarse.
3. Porque aunque sea por oportunismo se han tragado una bomba que, como la de Tiburón, puede servir para avanzar más rápido hacia el sentido común.
Hasta aquí sería todo perfecto, muy en línea con la doctrina de la Iglesia Católica (CEC, nn 2358 y 2359). Como dice Alan Chambers, ex-homosexual (sí, sí, ex), y presidente de Exodus International:
"Es un paso positivo; simplemente respetar la fe de alguien es un salto en la dirección correcta. Pero iré más allá. No hay que negar la posibilidad de que los sentimientos de alguien puedan cambiar".
Pero hubo más y, son malas noticias o al menos peligrosas. Intento explicarme.
Un comentarista preguntaba por qué no había una reacción fuerte del homosexualismo contra este avance. Apunto varias razones:
• Se ha aprovechado para, una vez más, intentar desacreditar las terapias de reversión, hasta el punto que la AP titulaba la misma noticia: Psychologists repudiate gay-to-straight therapy (Los psicólogos rechazan las terapias reparativas). Y si hace falta mentir, se hace, porque aunque no lo parezca la noticia es la misma que la del WSJ.
• Se están intentando ocultar los resultados de un estudio de seis años que demuestran que más de un 38% de los casos han revertido la homosexualidad, o al menos se sienten desvinculados de ella. Lo dicho, aunque la agencia AP y los propagandistas del homosexualismo lo intenten, se están dando los primeros pasos. El estudio está anexado en la propuesta de la APA.
• Con esta propuesta se va a intentar transmitir el mensaje de que: bueno, chico, si eres muy religioso te ayudaremos a que no lo pases mal, pero olvídate de intentar cambiar, no se puede. Es más, según la versión de AP, se le propondrá cambiar de religión o de confesión religiosa, y les abre la puerta a incautos, que haberlos, hay.
Y para terminar, ya se conoce que con tácticas mafiosas se eliminó la homosexualidad del DSM-III en 1973, el «diccionario que determina qué es enfermedad y qué no». La siguiente edición debe ser aprobada en 2012, el DSM-V y está en discusión eliminar todas las parafilias. La verdad, es que de perdidos al río, pero no se le puede negar cierta coherencia con lo ocurrido en 1973, ¿qué más da otro hombre, una oveja o un zapato o un niño?, no son más que inclinaciones, ¿no?.

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