martes, marzo 01, 2011

TERAPIA Y SIDA

Las líneas de intervención contra el VIH.

Autor : José María Amenós Vidal. Psicólogo Clínico y Social (docencia e investigación desde 1984) por la Universidad Central de Barcelona (España).

Índice. Introducción. Benedicto XVI y la prohibición del uso de preservativos. 1. El VIH y la mala profilaxis de los métodos contraceptivos. 2. Las terapias conductuales y el SIDA. Benedicto XVI y su política contra el SIDA. 1. Pruebas estadísticas del fracaso de la lucha contra el SIDA : datos y estimaciones. 2. Las enseñanzas del Papa y el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida. Conclusiones. La terapia de conducta y los tratamientos antiretrovirales en seropositivos. Apéndice. Notas y Textos.

OBJETIVO.

En esta crónica especial de ACA - Agencia Católica Agape, se explica desde el punto de vista de nuestra profesión la más que justificada posición de Benedicto XVI y la prohibición del uso de preservativos, lucidez de pensamiento que queda reflejada en el nuevo libro publicado recientemente por la Editorial Herder y de Peter Seewald, con el título : "Luz del Mundo. El Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos", que en un sinnúmero de entrevistas con Joseph Alois Ratzinger afronta su posición al respecto de la peor y más virulenta epidemia de nuestro tiempo.

MÉTODO.

Benedicto XVI y la prohibición del uso de preservativos.

El texto se divide en dos partes temáticas : 1) La primera que aborda con unidad de criterios la problemática del Virus de Inmunodeficiencia Humana - VIH y la mala profilaxis de los métodos contraceptivos. 2) Y la segunda que expone en base a su intervención, la resolución de problemas y toma de decisiones, en cuanto a las terapias conductuales y el SIDA.

1. El VIH y la mala profilaxis de los métodos contraceptivos.

Si observamos las disputas en el pasado y las confusiones que en el presente se han ocasionado a raíz de las interpretaciones y transcripciones de las entrevistas que el periodista alemán Peter Seewald ha tenido con Benedicto XVI sobre este tema, desvelamos ciertas orientaciones que como profesionales de la salud aconsejamos en la práctica clínica y que exclusivamente desde este solo punto de vista se deberían tener en consideración.

En sentido restrictivo se deben aplicar tratamientos que permitan la remisión de síntomas en los cuadros clínicos, y es evidente que con los preservativos no se ha conseguido una cura para el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, y si durante el desarrollo de nuestra profesión nunca los hemos usado ni aconsejado a nivel personal como tampoco profesional, la razón reside en que no tienen eficacia terapéutica para una patología que a día de hoy sigue siendo incurable.

El único método que se ha demostrado mínimamente efectivo tal como han indicado los estudios bioquímicos, es el farmacológico, y al igual que nunca usamos ni recurrimos al profiláctico o a la prostitución, porque el interés se centra en no exponerse a las fuentes de contagio, podemos afirmar que en el origen de las enfermedades de transmisión sexual están los medios que se utilizan como método preventivo para evitar la infección.

Pensamos que quienes se han centrado en usarlos, lo único que han conseguido es aplicar una medida inútil que se ha convertido en el objetivo de las campañas de prevención, cuando la preocupación debería centrarse en medidas que se muestren efectivas para su abordaje terapéutico, porque la experiencia clínica nos demuestra que todo aquello que no ha sido eficaz para prevenir tampoco lo será para curar.

Por eso, lejos de suponer una terapia, el preservativo se convierte en parte del problema, porque las personas portadoras de anticuerpos, así como los pacientes de tipo venéreo, además de no conseguir tratar la gravedad de su dolencia, exponen a los demás a contraerla, porque no está en nuestra responsabilidad admitir conductas que comporten riesgo de contagios, sino que precisamente nuestra labor está en evitar las situaciones que entrañen un mayor peligro de infecciones.

En definitiva, nuestra oposición a los métodos contraceptivos es porque no se afronta el tratamiento de la enfermedad, es decir, por poner un ejemplo, la homosexualidad en infectados y su uso de los profilácticos se convierten en el principal foco del VIH.

En nuestra condición, apoyamos una política sanitaria que tenga por principio poner en estado de cuarentena y tratamiento a quienes padecen enfermedades venéreas y SIDA, así como por objetivo penar aquellas actuaciones personales o profesionales que resulten ser dolosas y conlleven graves repercusiones o consecuencias para la salud pública.

Porque al igual que el sentido común nos dicta en la conciencia que no tenemos derecho a arriesgar la vida de otros con remedios terapéuticos cuando tenemos disminuidas nuestras facultades físicas y mentales mientras no podamos desempeñar nuestra actividad con total normalidad, tampoco podemos ser tan irresponsables de consentir una actuación médica que admita la profilaxis de relaciones sexuales cuando estas son la principal causa de mortalidad.

2. Las terapias conductuales y el SIDA.

En nuestra especialidad, la psicología clínica y social, existen suficientes enfoques y escuelas como para afrontar el tratamiento del comportamiento en enfermos con VIH - Virus de Inmunodeficiencia Humana : técnicas de modificación de conducta, intervención de crisis, terapia breve y racional-emotiva de Ellis, etc ...

El problema al que nos enfrentamos los profesionales de la salud, no es tratar determinadas conductas del enfermo, puesto que esta es nuestra competencia y capacidad, sino afrontar la grave falta de responsabilidad de las instituciones públicas y sanitarias que no aceptan este tipo de abordaje terapéutico en los enfermos de SIDA.

Los métodos contraceptivos al contrario que las terapias conductuales son totalmente ineficaces porque solamente consiguen reforzar severos cuadros clínicos derivados de comportamientos irresponsables.

Es totalmente incomprensible para nosotros que personal médico y sanitario con mentalidad académica que siempre se han basado en la lógica de la razón, apliquen en el ejercicio de su profesión lo contrario que aprendieron durante su formación.

Hay quienes pretenden tratar el problema del SIDA que en el pasado y al igual que la hepatitis C se extendió entre drogodependientes que compartían sus jeringuillas, como una cuestión que se reduce a una simple profilaxis de relación, porque al igual que la solución no proviene del reparto de agujas hipodérmicas, tampoco de asépticos profilácticos.

En nuestra opinión se equivocan quienes consideran que con estas medidas se soluciona el problema de infección, porque en las fases de desarrollo de una investigación con el fin de hallar la terapéutica más adecuada de una enfermedad, se deben respetar durante su proceso, tanto la anamnesis, como la diagnosis y prognosis de tratamiento.

Es evidente como repetimos en una anterior ocasión que la utilización del preservativo no tiene nada que ver con la cura del VIH, puesto que no es ni siquiera un terapéutico sino que proviene de parafarmacia, y estamos hablando de una patologia que se ha considerado en los sectores médicos como la peor epidemía heredada del siglo XX a causa de un virus mortal que ha diezmado poblaciones enteras de afectados hasta su completa exterminación.

No son estas las lecciones que aprendimos en la universidad, es decir, no es posible que se defienda de una forma tan irresponsable la libre distribución de la jeringuilla y el profiláctico como si fuera lo que solucionara todos los males derivados del síndrome de inmunodeficiencia adquirida, nada más lejos de la verdad y es imposible estar más equivocado.

A estos profesionales de la salud se les debería preguntar si acaso también pretenden combatir el síndrome infeccioso del virus del ébola con preservativos.

Para quienes defendemos las terapias conductuales como solución al problema mientras no se halle el fármaco, es evidente que no podemos estar repartiendo inyecciones y contraceptivos por una cuestión de sensatez a la hora de trabajar con el enfermo, ya que para evitar con seguridad el contagio es necesario un cambio de estilo de vida del paciente.

Por esta razón, planteamos preguntas como la señalada a algunos que tienen tanto empeño en hacer algo tan absurdo como estar repartiendo profilácticos a toda la ciudadanía y reiterando los mismos patrones de repetición hasta la saciedad y que nos han llevado a la presente situación.

La respuesta a este dilema ético está clara para los que con otra perspectiva abordamos la problemática, y es que ante los que han perdido toda noción de la realidad al verse desbordados por la imposibilitad de aplicar una terapia, y que siguen anclados en inútiles soluciones a corto plazo que no evitarán el irremediable incremento de infectados, a estas personas nos dirigimos para señalarles que existe una vía de intervención hasta dar con el hallazgo científico para su curación, porque hasta que no se traten aquellas conductas toxicómanas y sexuales que están en la raíz de su proyección no se conseguirá detener en la población mundial los cada vez más altos índices de progresión.

RESULTADOS.

Benedicto XVI y su política contra el SIDA.

La mala profilaxis de los métodos contraceptivos es el resultado de 20 años de estéril lucha contra el SIDA, en las circunstancias actuales se debe escuchar a los profesionales de la salud con décadas de experiencia en terapias conductuales porque la única solución a largo plazo será tratar los comportamientos toxicómanos y homosexuales que se encuentran en el origen de estas enfermedades.

1. Pruebas estadísticas del fracaso de la lucha contra el SIDA : datos y estimaciones.

Con datos estadísticos que no se hicieron públicos hasta fecha reciente, el 23 de noviembre del 2010, informe publicado por UNAIDS, en las tablas sobre estimaciones de 2001-09 se detalla el fracaso de las políticas contraceptivas para combatir el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, lo que revierte en la necesidad de un cambio de paradigma en la estrategia que permita detener el continuo crecimiento del SIDA, en favor de la intervención de nuevos enfoques sanitarios, de entre los cuales, abogamos por la terapia de conducta (Problem Solving = Behavioral Therapy).

En el extracto que hemos señalado se confirma en adultos y niños según la validez predictiva y comparativa de una década, que los datos absolutos y globales han aumentado a nivel mundial en países y continentes En el mapa político de mayor a menor gradiente observamos la representación gráfica de los números hallados por el nivel de incidencia de las tasas de prevalencia y mortalidad detalladas por zonas geográficas (ver pgs. 180 + 187 - Annex 1: HIV and AIDS estimates and data, 2009 and 2001 | 2010 GLOBAL REPORT).

2. Las enseñanzas del Papa y el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida.

Estas palabras resumen las enseñanzas de Benedicto XVI sobre como se debe afrontar esta problemática, y fueron pronunciadas por el sumo pontífice en su viaje a Camerún en 2009. Entre otras frases, destacan :

- Las propuestas que vienen de diversas partes de la sociedad en la lucha contra el SIDA no son ni realistas ni eficaces y la política de la Iglesia Católica es la más eficaz en ese aspecto.

- El SIDA no se puede superar con la distribución de preservativos, que, al contrario, aumentan los problemas.

- La solución para luchar contra el SIDA, es con nuevos modos de comportamientos.

En nuestro artículo publicado recientemente en la Agencia Católica Agape - ACA mostramos una total sintonía con esta declaración de principios, solamente cabe cotejar sus afirmaciones con las propuestas en el ESPECIAL : Benedicto XVI y la prohibición del uso de preservativos.

Efectivamente, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida no se resuelve con profilácticos, al respecto el VIH y la mala profilaxis de los métodos contraceptivos.

Por otro lado, claro está que la iglesia católica ofrece un tipo de abordaje totalmente distinto al practicado hasta ahora por las autoridades, porque el avance de la enfermedad no se resolverá hasta eliminar el riesgo de exposición al foco de infección, y cuya solución atiende según nuestros planteamientos a ciertamente nuevos modos de comportamiento que según el Papa también exponemos con suma claridad en las terapias conductuales y el SIDA.

En definitiva, observamos el mismo tipo de irresponsabilidad política que en relación con la homosexualidad y pedofilia, porque del mismo modo que ambos cuadros clínicos están relacionados, y se empeñan desde amplios sectores de decisión a negar la existencia de dicha vinculación en detrimento de la lucha contra la pederastia en la sociedad, en cuanto a los preservativos y el SIDA, ocurre que los mismos poderes se obstinan en tratar una grave virosis múltiple con látex impidiendo que expertos autorizados en la materia establezcan las bases de tratamiento para evitar la continua proliferación de afectados hasta encontrar su farmacopea.

Solamente cabe recordar que : "la homosexualidad en infectados y su uso de los profilácticos se convierten en el principal foco del VIH".

CONCLUSIÓN.

La terapia de conducta y los tratamientos antiretrovirales en seropositivos.

La mejora de las condiciones de los enfermos con VIH mediante la utilización de medicamentos antiretrovirales obliga a los afectados a depender durante el resto de su vida de estos fármacos para evitar el progreso del SIDA, pues los estudios científicos han demostrado que la interrupción de esta terapia farmacológica provoca el empeoramiento del enfermo y el avance de la infección en las células del organismo por virus de inmunodeficiencia humana.

La mínima efectividad del antiretroviral porque no impide el progreso de la patología en caso de reducir las dosis o de interrumpir su tratamiento, confirman que las ciencias médicas, únicamente han conseguido contener en el organismo humano su avance, en caso de actuar a tiempo con los infectados y reduciendo su presencia en sangre, pero no eliminando su actividad que sigue presente hasta la muerte.

Los efectos secundarios de esta medicación en seropositivos, su dependencia farmacológica y el fracaso de las medidas profilácticas, hacen de la intervención de la terapia de comportamiento la estrategia básica para evitar posibles infecciones por transmisión sexual, con el fin de tratar aquellas conductas que provocan contagios y extienden su enfermedad.

En la actualidad, los datos estadísticos apuntan a que en las últimas décadas son docenas de millones de personas en todo el mundo que han sido diagnosticadas con síndrome de inmunodeficiencia adquirida y que en caso de no encontrar la vacuna seguirán en aumento, a no ser que se apliquen nuevos enfoques terapéuticos como los conductuales.

Apéndice.

En los artículos precedentes hemos intentado hacer comprender la posición oficial de Benedicto XVI con el fin de combatir la epidemia mundial del Virus de Inmunodeficiencia Humana - VIH, pero a tenor de las reiteradas incomprensiones a las que se ha visto sometido, desde que salió a la luz el libro del escritor Peter Seewald con sus conversaciones privadas, muchos medios de comunicación que han aprovechado la ocasión para malinterpretar y difundir que se había producido un cambio de postura de la iglesia con respecto a los preservativos y el SIDA, han dudado de su mensaje.

Creemos que hemos cumplido con respecto al cometido de nuestra misión, por el hecho de que las reflexiones a las que nos referimos han tenido eco en una agencia de noticias de prensacatolica.net, lo cual demuestra que es posible el entendimiento entre la ciencia psicológica y la doctrina cristiana.

Las lineas maestras de intervención que han sido reveladas son propuestas que rompen con dos décadas de infructuosos intentos por parte de la Organización Mundial de la Salud - OMS de invertir la tendencia de aumento hacia una pandemia de dimensiones globales.

Es más que evidente que para detener su vertiginoso crecimiento se deben contemplar nuevas perspectivas y puntos de vista como el de la iglesia con el fin de no seguir utilizando estériles soluciones basadas en obsoletas políticas que nunca conseguirán el objetivo que pretendían.

La tríada psicótica : sida, homosexualidad y pederastia.

Esta noticia está dirigida a todas aquellas personas que a lo largo del pasado año, han tenído en su punto de mira la clara intención de destruir los cimientos doctrinales en los que durante décadas se ha basado nuestra profesión que sigue defendiendo que la homosexualidad es una disfunción patológica en la elección del objeto sexual.

Entre estos colectivos se cuentan instituciones eclesiales que dan cabida a sus planteamientos y se muestran con frecuencia reacios a defender los principios disciplinares. Asimismo, y por citar algunos ejemplos de grupos de presión en la iglesia :

1) la UAHC - Universidad Academia de Humanismo Cristiano en Chile, que fomenta la celebración de seminarios universitarios amparados en falacias metodológicas como que los estudios científicos que demuestran la relación entre homosexualidad y pedofilia carecen de rigurosidad.

2) la AIPPC - Asociación Italiana de Psiquiatras y Psicólogos Católicos que a través de su presidencia se atreven incluso a afirmar que la homosexualidad es una orientación sexual que nada tiene que ver con la pedofilia.

La evidencia científica como hemos demostrado señala hacia la vinculación entre homosexualidad y pedofilia, así como a que la causa del sida desde sus inicios apunta hacia las conductas toxicómanas y homosexuales.

Decimos todo esto porque entre las anomalías disfuncionales en determinados estadios del desarrollo anormal y patológico del ser humano, nos encontramos que siguen siendo igualmente psicopáticas y que por su condición no es posible ser donante sangre, aunque el poder político se empeñe y esmere en amparar el comportamiento homosexual en el que tiene su origen el síndrome de inmunodeficiencia adquirida.

La tríada psicótica entre sida, homosexualidad y pederastia es evidente para quienes llevamos muchos años trabajando desde el campo de las ciencias humanas porque en nuestra experiencia clínica como profesionales de la salud así se demuestra. Y hemos llegado a esta conclusión porque las líneas de intervención contra el VIH mediante terapias de conducta son capaces de revertir estas inclinaciones en enfermos de sida.

La homosexualidad como enfermedad y la prohibición de donación de sangre.

De entre todas las reflexiones realizadas sobre la condición enferma del homosexual, destaca la prohibición de donación de sangre.

En esta cuestión debemos centrarnos cuando las organizaciones sociales vinculadas con el movimiento de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales nos piden explicaciones sobre determinadas afirmaciones que médicos, psiquiatras y psicólogos de profesión consideran de crucial importancia en el momento de calificarlos como enfermos.

Son muchas las personalidades políticas y de la vida pública que han manifestado su homosexualidad, pero a estas personas y a la sociedad en general no se les ha hecho reflexionar sobre como es posible que se nieguen a aceptar su patología cuando en la realidad se les prohíbe como a los toxicómanos y por sus prácticas de riesgo ser donantes de sangre.

Esta es la evidencia que demuestra que no constituyen un colectivo de personas en los umbrales de la normalidad más bien al contrario se confirma de esta manera y sin lugar a dudas el estado de desviación de su enfermedad.

Notas y Textos.

Amenós, J.M., García-Roca, F.J., Martínez, C. y Tharrats, J.J. (2010). Homosexualidad y Pedofilia. El síndrome de Mauthausen y el tratamiento de las desviaciones sexuales. Issuu, Inc. (California, EE.UU.) & Bubok Publishing, S.L. (Madrid, España).

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